viernes, 16 de noviembre de 2012

16/11/12 - Pabellón de Reposo (Cela)

"Escribir es la única ocupación que me distrae y me hace olvidar el nada divertido drama del cotidiano existir."

"La muerte... Una carne que empieza a oler mal, con todos los gestos apagados, el irse acostumbrando de los que se quedan... Ésta mañana sonreía esa mujer en el balcón con sol, esta noche el balcón da miedo con lo amarillo que ha encendido esa mujer. El viernes, la niña me dio un beso fragante; el domingo, le besé yo la boca fría. Pasan las flores de primavera. Y las horas sacan los ataúdes de las casas. Después, las ventanas cerradas, la vida con luz eléctrica, en el mediodía de mayo. Nadie lo cree. ¡Quién iba a creerlo! ¡Quién iba a decir que...! Pero aquella sonrisa única, aquel mirar querido, desaparecieron para siempre. Mañana habrá cielo. Y el corazón comenzará a latir bien. Y ella, él, la madre, la novia, el hermano, el niño, el poeta, se van quedando lejos; y es la voz, y es la mirada, y es la ilusión. Y, al fin, parece que los muertos están en un viaje de años. Todo sigue en la tierra. Todo. Él, encima, en aquella isla. Ella, abajo, en aquel sepulcro. ¿Y no hay más? ... Pero ella olía mal cuando se la llevaron y el olor no se nos va del alma"

"Mi vida, que acaba, no dejará rastro alguno, será como una suave brisa que pasa a la caída de la tarde y que nadie recuerda después, o como esa agua tibia..."

"Y el tiempo, esa cosa que nadie sabe lo que es, pasa fatalmente sobre nosotros. Ahora soy yo más viejo, estoy más muerto que hace sólo unos segundos, cuando escribía la Y con la que empieza este párrafo."

"Estábamos todos y, sin embargo, cada uno solo se encontraba a sí mismo (...) Cada uno chillaba mucho, pero nadie lo oía."

"El campo está cubierto por la nieve, como mi espíritu; totalmente oculto bajo una espesa capa de nieve que lo agobia."

"A veces vamos caminando por una senda del jardín, ya a las altas horas, cuando la luna habla con las fuentes y las luciérnagas pasean sobre las hojas verdes con su farol melancólico. El corazón late con fuerza; los pasos son precipitados. El jardín está amenazante; la muerte anda cerca; los canes aúllan a las estrellas, con los ojos entristecidos y húmedos; las fuentes siguen hablando... Y de pronto, en un árbol, cerca de nuestro oído, suena un canto de corneja (...) el canto agorero, maldito y melancólico que pasa como un fantasma bajo la luz doliente de la luna."

No hay comentarios:

Publicar un comentario